Sed de Ti
Dios mío,
Por dentro vuelvo mi rostro a Ti, de nuevo.
Nada más que tu siervo soy.
Me postro ante Ti. El hombre no me entiende.
Sólo Tú das la verdadera inspiración.
Distinta del bajo mundo.
Como el abismo invisible.
Tú inspiras justamente el desprecio a las cosas bajas y nos atraes a Ti. Sólo Tú nos haces
ver lo despreciable en nosotros mismos, con términos que llevarían a la locura,
en la insistencia de mantenerlos.
Soy tuyo y no del hombre. Más de Ti que de él, que me desprecia. Bien lo sé.
Me apartas de su camino. Me proteges de sus trampas y torpezas.
Tus Caminos, más ocultos que desocultos, son la Salvación.
El Universo entero, sometido, fructificando, después de haberse creado.
En él se esconde toda transgresión, hasta su término.
La criatura no crea a su Creador.
Libre es lo que es para Dios.
No más allá de Él o a su pesar.
Cese en mí todo lo que no sea para Ti.
Ninguna sed es mayor que la sed de Ti,
donde no hay error. Donde cesan todos los errores.
Una eternidad de perfección.
Tú eres la Verdad.
Calma mi sed de Ti, Dios mío.
Tus senderos recorren mi alma.
Llenan sus abismos.
Rebosan en mí, ser de un día.
Tú me has dado lugar.
Me has puesto delante de Ti.
Que no se aparte ya mi rostro de Ti.
"Apartarse de Ti es caer;
levantarse es volver a Ti."
Extraña es la sed de Ti, Dios mío.
Pues, cuanto más la sacias, más se acrecienta,
como el regocijo que produce, la certidumbre, la serenidad. La Caridad.
El que es de Dios, sabe lo que digo.
Pues no se burla, ni lo desprecia.
Ni pretende oponerse a su propia sensatez.
Ni se presta a locura o bajeza, contra sí mismo.
Estás con nosotros.
No puedes faltarnos.
Todo falta sin Ti; todo sobra Contigo.
Nos hiciste para volver a Ti
cada vez más plenos de Ti.
Por Tus Designios ocultos
cesan nuestros errores
y nos das la paz.
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